"Hace un año y medio que presentamos este proyecto y finalmente nos lo han aceptado. En el espacio, pueden verse dos maneras muy distintas de trabajar que entran en diálogo", detalla Sastre, que inaugurará junto a su compañera el próximo día 8. "Bàrbara ha realizado una serie de piececitas cerámicas que penden de unos hilos de hierro que parece que salen de la pared. También ha trabajado sobre un espejo en el que hay flores y una especie de setas pegadas", añade. La extrañeza invade al espectador cuando se encuentra ante una serie de fotos que están en el suelo, "lugar antinatural para este tipo de formato, que suele estar en la pared", corrige Sastre.
El artista deseaba investigar las posibilidades estéticas de la fregona, "que parece una peluca despeinada". Le llamaron la atención unas que eran usadas por trabajadores de la limpieza –conocidos del artista–, que dejaban su firma sobre el artilugio. En esta exposición, en colaboración con el Govern y que podrá visitarse hasta el próximo 4 de junio, Sastre propone al espectador que reflexione sobre todas esas personas que trabajan y que son anónimas, cuya labor es casi invisible y siempre está poco valorada. "Propongo una mirada hacia lo que está oculto", reconoce.
Sastre y Juan encaran el espacio expositivo de maneras casi opuestas: las fotos remiten a una realidad oculta, agujereando el suelo para asomarse al mundo de la limpieza; las cerámicas de ella provocan una concentración aún mayor si cabe en el barroquismo de las salas, que da pie a una explosión de formas orgánicas.
M. Elena Vallés. Palma. Diario de Mallorca